«Quizás es un privilegio el no disponer de nada más que de un corazón hambriento, sediento, desértico, un corazón que busca y pregunta, que llora y espera, un corazón que ama sin saber por qué, pero que vive y respira en «ansias de amores inflamado», un corazón que no sabe pero ha saboreado algo, «un no sé que queda balbuciendo»
Cristina Kaufmann
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