miércoles, noviembre 27, 2024
Angustia vital, agorafobia y filosofía: versión final
La juventud actual enfrenta una profunda crisis existencial. Ansiedad, alienación y agorafobia no son meramente señales de fragilidad, sino síntomas de una transformación mayor: la evolución de la consciencia humana.
Teilhard de Chardin describe este proceso como un impulso hacia el punto Omega, un estado de unidad y plenitud. Ernest Bloch lo complementa con su idea del Noch-Nicht-Bewußte (lo todavía no consciente), ese motor humano que nos empuja hacia lo "mejor". Sin embargo, este avance también implica dolor. Nuestra subjetividad, al volverse más sensible, percibe con mayor intensidad la alienación que Marx describe en sus Manuscritos de 1844: una desconexión entre el individuo y su mundo que parece opuesto a nuestra búsqueda de realización y autenticidad.
Heidegger, por su parte, conceptualiza esta angustia en el angst, una ansiedad existencial ante la imposibilidad de habitar el mundo auténticamente. Esto puede llevar a la caída, donde el individuo se diluye en el das Man (el "se dice", el "se hace"), perdiendo su singularidad en la masa. En este contexto, la interacción con las multitudes puede generar fenómenos como la agorafobia, una manifestación del sufrimiento de no sentirse ni comprendido ni reconocido.
Rupert Sheldrake propone que los campos mórficos, estructuras que coordinan comportamientos colectivos como los de enjambres o bancos de peces, también influyen en la sociedad humana. En momentos de crisis, estos campos pueden priorizar la supervivencia en detrimento de la individualidad, generando un deterioro colectivo de la conciencia. Quienes han evolucionado hacia niveles más altos de sensibilidad se sienten "desintonizados" con este ambiente, incluso con su propio cuerpo.
Sartre encapsula esta tensión en su célebre frase: "El infierno son los otros". La presión de la masa, la mirada del otro, pueden convertirse en una tortura para quien busca autenticidad. Pero esto no debe interpretarse como un callejón sin salida.
Teilhard y Bloch nos invitan a confiar en la evolución y a asumirse como parte de una vanguardia de la conciencia, exploradores de un nuevo territorio. Este sufrimiento no es un fin en sí mismo, sino el precio por abrir camino hacia un futuro más auténtico. El desafío está en construir conexiones genuinas y elevar el campo mórfico colectivo para resonar con una conciencia evolucionada, quizás una Conciencia que nos está llamando más allá (o más acá) de este mundo.
PS: Si quieres ver el proceso de redacción de esto mira la entrada anterior
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