Una de las tareas más importantes a realizar, para ir avanzando en el camino monástico de unificación, es el trabajo contra los pensamientos erróneos que nos asaltan y nos confunden.
El monje Evagrio Póntico (s.IV) identificó ocho logismoi o vicios (pensamientos erróneos):
la gula, la lujuria, la avaricia, la ira, la tristeza, la acedia, la vanagloria y la soberbia.
Éstos, tienen relación con las tres ideas erróneas que según el “rebirthing” entorpecen neustra vida plena:
- En la soberbia : “yo no puedo” (por ello, intento buscar el poder).
- En la avaricia: “yo no valgo” (por ello, intento valer acumulando cosas).
- En la curiositas: “yo no sé” (por ello, busco ávidamente llenarme de información).
Para superar esto se propone el repetir una afirmación contraria a esa idea de modo que se vaya impregnando nuestra mente con ella mientras se observan los pensamientos que nos vienen a la mente, que generalmente intentan contradecir está afirmación correcta.
La psicología cognitiva señala la importancia de reflexionar sobre las ideas y creencias que damos por evidentes, por eso, una de las vías para corregir nuestros pensamientos es dudar de ellas y reflexionar críticamente sobre las evidencias que tenemos de que sean ciertas.
Pero nos hemos de preguntar ¿en qué me baso para creer esto? ¿Qué evidencias tengo de que esto sea así? ¿Qué otras explicaciones podrían darse? La duda es un estupendo disolvente de “ideas erróneas”.
En conclusión, modo práctico de abordaje de estas ideas erróneas:
- - Observar qué emoción,
- - Ser consciente de qué estoy pensando para sentirme así
- - Ponerlo en duda
- - Sustituirlo por una idea más realista.
- - Repetir este proceso
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