El pasado fin de semana estuvo la abuela Julia en casa. Les habló a los niños de que irian al infierno si no eran buenos, y se lo explicó con todo lujo de detalles de estilo dantesco; curiosamente el más pequeño tuvo pesadillas esa noche con Ganesh, el dios elefante hindú...
Al hilo de esto les expliqué que el infierno no existe, que el espíritu si no se cultiva, si no despierta y se mantiene despierto simplemente se disipa tras la muerte.
La cuestión es a dónde se disipa.
Hoy duchándome me ha venido una analogía sugerente al respecto. Parte del agua que salía por la ducha se evaporaba, luego formaría parte de una nube, cuando se condense en gota de agua lloverá y fluirá. La consciencia condensa el espíritu que como una gota caerá tras la muerte para fluir hacia el mar de Dios.
viernes, noviembre 16, 2007
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