Asomándome por la ventana
veo pasar titiriteros y malabaristas
con sus furgonetas y carromatos.
Veo pasar a otros personajes de la noche
a la cual pertenecimos
igual que pertenecimos al Sol de Mediodía.
Personajes que se disipan en la oscuridad
con la libertad de sus largos abrigos negros.
Pero es lo negro de nuestra noche
lo que nos derrota con su cansancio opaco;
y el brillo del Mediodía
se niebla de listas de cumplimientos.
Somos dos fieras enjauladas,
acorraladas por fuerzas sutiles que se colaron
arrastrándose por el sótano.
Dos fieras de una tribu libre
sometidas,
sin fuerza para entenderse
ya, sin fuerza
para aullar de rabia juntas.
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