domingo, enero 28, 2007

Amaneciendo

¿Qué cantarte mi señor,
mi comandante
para dar cuenta de tu gloria?

¿Qué cantar
sin que se me inunde la garganta?

¿Qué susurrarte mi amada,
mi ninfa
para proclamar tu hermosura?

¿Qué susurrar
sin que se me queme la lengua?

Por eso me quedo aquí
callado, sentado en mi rincón
canturreando como un tonto
notando tu calor en las aletas
de mi nariz.



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