domingo, octubre 06, 2024
2024-09: Retiro los Negrales
El anhelo es lo más valioso y es la condición para seguir este camino, es su fuerza interior y es el motor que nos impulsa a ello. Pero es importante no pretender plasmar este anhelo en representaciones concretas, sino limitarse a contemplarlo. Si escuchamos hacia el interior y permanecemos ahí, el anhelo se hace más presente, más sustentador. Lleva directamente a la presencia de Dios. Es posible fijar la atención en él sin propósito ulterior alguno. El anhelo y el presente están aquí, sin representaciones ni expectativas concretas. De cómo se harán realidad, de qué manera seguirá el camino y qué saldrá de él es algo que dejamos en manos de Dios, descansamos en esta unión con él y con eso nos basta. Esto es entrega, servicio y adoración. Es anhelo y consumación a la vez
Franz Jalics
Lunes
Si alguien piensa, al valorarse así mismo, que ama Dios y que hace muchas cosas por ese amor, pero que no ama suficientemente a sus semejantes o así mismo, tendrá que reconocer que su amor a Dios no es tan auténtico como creía. Y ello porque las tres relaciones discurren de forma totalmente paralela, son reflejos una de la otra, de modo que en cada una de ellas pueden reconocerse las otras dos.
Este principio tiene una validez muy concreta y universal: podemos examinar siempre nuestra relación con Dios a través de nuestras relaciones humanas.
De modo que, si queremos amar a Dios, hemos de construir un mundo armónico en el que todo anuncie su grandeza: un mundo de amor y de armonía que lo alabe con su belleza, alegría y concordia.
Franz Jalics
Martes
Jesús salió al encuentro del joven rico y lo confrontó con el vacío, con la pérdida de su proyecto de vida, con la renuncia a sus puntos de apoyo en este mundo. Le aconsejó que vendiera todo y se lo diera los pobres. El joven comprendió que esto ya no era tan fácil de incluir en su proyecto de vida. Sintió que ello requería un cambio radical en su pensamiento y que la vivencia del vacío le llevaría hacia perspectivas nuevas,desconocidas. Seguramente no percibió, o insuficientemente, que Jesús le ofrecía la posibilidad de realizarse de una manera que no puede lograrse más que mediante la renuncia, y que consistía en vivir en su presencia y dejarse llevar por él de la muerte a la resurrección, de la pobreza a la riqueza interior, de la nada a la plenitud.
Sólo cuando nos hayamos despojado de todo lo que no es esencial, puede manifestarse lo que sí es. Sólo aquel que se ha visto confrontado con el vacío puede vivir la vida terrena en su auténtica realidad
Franz Jalics
Miércoles
Al exponerse a la experiencia del desierto, el buscador se enfrenta con lo tenebroso y traba lucha con los poderes de las tinieblas.
Para mantenernos en contemplación debemos permitir y tolerar el sufrimiento, lo que se padece así con la vista fija en Dios, es redimido. Del núcleo sano nos vendrá al encuentro tanta luz y tanta fuerza que hallaremos coraje para seguir adelante.
La redención, en el sentido del Evangelio, significa que Jesucristo ha atravesado con su padecimiento la gran zona oscura de toda la humanidad. Él nos invita a acompañarlo. Nos lleva a través de nuestros aspectos sombríos. Bastará que estemos dispuestos a cargar con nuestra cruz y padecer este sufrimiento.
Franz Jalics
Jueves
El miedo puede hacer que nos volvamos duros. La presión provocada por el afán de rendimiento siempre endurece. El amor, la dulzura y la misericordia disuelven la dureza. En la meditación es el escuchar lo que disuelve la dureza. El que escucha y está por completo sumido en el acto de recibir lo que viene de la realidad, de lo que está ante él, se vuelve suave, suelto, distendido. Es lo contrario del afán por lograr cosas. Por eso siempre digo no os concentréis en vosotros, escuchad.
La escasa disposición para sufrir endurece a la persona. El miedo a que nos hieran nos vuelve duros como piedras. El temor de que durante la meditación surja algo que no se desea sufrir suele vencerse con dureza. Aquel que sencillamente se presenta ante Dios en toda su pobreza y carga la cruz de Cristo con disposición interior se vuelve dulce y benigno.
Franz Jalics
Viernes
El Evangelio dice que el Reino de los cielos está dentro de nosotros. Es decir, que Dios está en y con nosotros. Somos una misma cosa con Dios, pero todavía no lo sabemos. Tampoco podemos imaginarnos este ser uno con Dios, pero sabemos que cuando nos encontramos con nosotros mismos, nos acercamos a Él. Los místicos hablan de que nunca podemos ver a Dios, pero que, en el fondo de nuestras almas, sabemos que somos hijos de Dios. Por eso dirigimos nuestra atención al yo. Si contemplamos el yo sin pensamientos de ningún tipo llegamos poco a poco a nuestro verdadero Ser. Ya no hay preguntas, respuestas, dudas ni pensamientos en este plano. Aquí es donde puede manifestarse la presencia de Dios.
La unidad con Dios ha quedado intacta en lo más hondo de nuestra alma, en nuestra oculta fuente, en nuestro centro vacío. Hemos recibido esa llama diminuta en la creación. Hacia allí, o por lo menos en esa dirección, tenemos que mirar, y ello hasta que experimentemos la unidad, hasta que nuestro pequeño yo soy quede absorbido en el Yo Soy.
Franz Jalics
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