jueves, febrero 22, 2007

Del adios

No es posible acercarme a tí
sin algún temblor en los labios
sin algún nudo que me estrangule esta vida como prestada.

Al igual que aquel emigrante que porta una maleta raída
no puedo mirarte
sin que se me nuble levemente la mirada.

Ni puedo dejar de mirarte
archivarte como a una foto desvaída,
y esto es lo que me quiebra el pecho
aunque cien brillos surquen mi cara.

Goce y dolor
son los dos vientos que soplan
sobre la misma rama.


miércoles, febrero 21, 2007

Una pregunta

Hoy según venía de la estación de Chamartín a mi trabajo, me he cruzado con un hombre de unos treinta y tantos años; alto, delgado, con un cigarrillo en la comisura de los labios, la mirada perdida y un crucifijo de madera de unos 5 cm. colgado del cuello. Por su expresión y la manera de deambular entre las obras de las cuatro torres en obras del Madrid Arena se podía deducir que padecía algún tipo de enfermedad mental.

Las Cuatro Torres





Ese crucifijo sobre su pecho me ha hecho cuestionarme: los locos ¿son tan religiosos por estar locos en un intento de buscar algún tipo de consuelo en Dios? o ¿están locos por ser personas con una cierta busqueda de lo trascendente de lo divino?